Nadie es
perfecto, por eso no suele verse bien cuando una persona tiende a idealizar a su pareja. En el acervo cultural popular se cree que una persona que idealiza a otra persona vive fuera de la realidad y se expone a sufrir desengaños.
Sin embargo, un estudio realizado en la ciudad de Buffalo, en EE.UU. con 222 parejas parece refutar este concepto. Los investigadores descubrieron que en las relaciones matrimoniales donde se idealiza a la pareja, a largo plazo, se tiene una convivencia más
satisfactoria.
El estudio
A las parejas se les realizó una encuesta sobre la percepción que tenían de sí mismos, su pareja y su matrimonio, la misma se repitió cada seis meses durante tres años.
La información recabada se comparó con la realidad de las personas involucradas, el propósito era comprobar hasta qué punto la pareja era idealizada.
Sandra Murray, psicóloga de la
Universidad de Buffalo, que encabezó el estudio señaló que: "
Las personas que idealizan están más contentas con sus relaciones porque, a pesar de reconocer los puntos bajos y altos de sus parejas, encuentran la manera de ver las cualidades positivas al tener una perspectiva más optimista sobre la relación".
Según la investigadora no se trata de autoengaño sino de una manera más positiva de observar a la pareja. En sus palabras: "Yo no diría que la gente se engaña a sí misma, más bien, las personas están viendo a su pareja a través de punto de vista un optimista o idealista que es beneficioso para las relaciones, porque ver a a la pareja con la mejor luz posible da a las personas mayor razón para creer que puede resolver los problemas en sus relaciones".
Las personas que idealizaban a sus parejas eran más
felices al cabo de tres años, que aquellos que no lo hacían.
Las razones
La psicología popular afirma que las parejas necesitan bajar de las nubes y entender que la realidad es otra, que idealizar puede ser peligroso, de otro modo corren riesgo de experimentar una gran decepción al casarse y encontrarse que la persona es diferente a lo soñado. Como dice el dicho: "Casarse con un príncipe y despertar con un sapo".
Sin embargo, el estudio revela que las personas se benefician de las imágenes más o menos idealizadas que han tenido uno del otro cuando se casaron. Es algo así como una invitación a la
felicidad o vivir, como dice el estudio, un reflejo "de los ideales soñados".
El observar a una persona imperfecta mejor de lo que es ayuda, según la investigación, a resistir los conflictos y las situaciones tensas que se producen inevitablemente en toda pareja.
La
resiliencia y la flexibilidad se convierten en elementos claves para sortear los momentos difíciles y crear parejas
estables.
Cuando se vive en una relación permanente, las personas que han idealizado a su pareja, tienden a flexibilizar su percepción para ajustarla a los ideales y
expectativas que tienen y las cualidades que perciben en sus parejas.
Lo que el estudio insinúa
El estudio muestra que la percepción juega un papel importante para generar esperanza. Se tiende a ver a la pareja como un reflejo de los propios ideales, y ese hecho, provee a los cónyuges de un cierto nivel de inmunidad frente al desgaste natural que se produce a lo largo de la vida.
En la investigación se muestra que existe un cierto sesgo en la forma en que las personas enamoradas se ven a sí mismas, percibiendo a la otra persona de una manera distinta a como lo ven los demás, lo que sin duda, favorece la relación y crea un efecto protector para la relación.
Según los investigadores: "Las personas tienen el poder de moldear su destino romántico a través de su comportamiento".
Conclusión
Las investigaciones tienen la facultad de tirar por tierra las creencias populares, en este caso, de que la idealización es siempre negativa. Sin embargo, el estudio deja algunas preguntas como por ejemplo, ¿qué ocurre cuando la capacidad de idealización se enfrenta a realidades como el abuso y la violencia? ¿Será que la idealización en esos casos funciona?
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Se prohíbe la reproducción total o parcial del presente
artículo sin la autorización expresa del autor.
Originalmente publicado en Suite 101
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