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Individualidad y pacto

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“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo” (Friedrich Nietzsche) En 1860, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, afirmó en un discurso en la American Anti-Slavery Society que “hay una clase de matrimonio que aún no se ha intentado, la del contrato entre partes iguales que lleve a una vida de igualdad, con iguales restricciones y privilegios para ambas partes”. Con estas palabras, ya en esa temprana época, esta autora dejaba en evidencia un gran problema en las relaciones matrimoniales, los contratos o matrimonios pactados, habitualmente se hacían en función del varón y no de la mujer. De hecho, muchas autoras sostenían que el matrimonio, tal como estaba concebido, era una institución en la que sólo una parte, el marido, ejercía un poder similar al de esclavista sobre su espos

Expectativas que separan


La estabilidad de una pareja se relaciona con muchos factores, algunos visibles y otros que están ocultos a veces aun para los protagonistas.
Todo individuo al comprometerse en pareja lo hace no solo con la ilusión del amor y del proyecto de vida que emprende, también tiene sobre sí un cúmulo de cargas que, en muchos casos, se convierte en un lastre para llevar una vida sana.
Max Lucado en su libro Aligere su equipaje (Nashville: Editorial Caribe, 2001), menciona una representación teatral de una boda. Entra el novio a la iglesia, vestido de la manera tradicional, pero con varios bolsos con grandes etiquetas que dicen: “Culpa, ira, arrogancia, inseguridad, orgullo”. Al llegar al altar se escucha una voz en off que simula sus pensamientos y dice: “Por fin una mujer me ayudará a llevar todas mis cargas”.
A continuación entra la novia, camina con el vestido blanco tradicional pero arrastra una maleta, de un hombro cuelga un bolso y en la otra mano un maletín para cosméticos con etiquetas que dicen: “Prejuicios, soledad, desilusiones”. Al llegar al altar se escucha una voz femenina que simula sus pensamientos que dice: “Unos pocos minutos y tendré mi hombre. Se acabaron las consejerías. No más sesiones de grupo. Adiós desalientos y preocupaciones. Ya no los veré más. Él me lo solucionará todo”.
Más allá de la teatralización, la escena presenta una realidad ineludible: las personas ingresan a una relación de pareja llenas de expectativas apenas confesables.

La teoría de Albert Ellis

Ellis, creó la llamada terapia REBT (Terapia Conductual Racional Emotiva) definida como ABC. Donde la letra A (Activating Event) señala la activación de las experiencias (problemas familiares, insatisfacción laboral, traumas infantiles tempranos y todo lo que eventualmente provoque infelicidad). Puede ser un hecho externo o interno (pensamiento, imagen, fantasía, conducta, sensación, emoción, etc.). La B se refiere a las creencias (Belief System), sin embargo, en este rango, señala Julio Obst Camerini, pueden considerarse los “pensamientos, recuerdos, imágenes, supuestos, inferencias, actitudes, atribuciones, normas, valores, esquemas, filosofía de vida, etc.”. Finalmente, la C corresponde a las consecuencias (Consequence) o reacción a “A”, y se puede expresar por procesos cognitivos (pensamientos), emocionales o conductuales (acciones).
Cuando uno o ambos miembros de la pareja desarrollan expectativas no realistas de cómo debe funcionar la relación, generan mitos que devienen en insatisfacción.
Esto ocurre teniendo como marco de referencia las experiencias personales del individuo (el modelo familiar de sus padres como pareja, paradigmas sociales, experiencia con otras parejas, etc.). En este sentido, todo lo ocurrido con la persona cuenta.
Dichas ideas llevan a una respuesta emocional intensa que perturba a la pareja al grado que no ven salida para lo que viven, en parte, por el juego que provocan las ideas preconcebidas, las expectativas irracionales, las experiencias y las creencias que se tienen.

La tiranía del “deberías”

Ellis habla de la “tiranía del deberías” que muchas personas manejan de una manera manipuladora para interactuar en pareja, no asumiendo, en muchos sentidos su propia responsabilidad en todo el proceso.
Si una persona está insatisfecha y hay evidencias realistas para sospechar que la persona a la cual está unido simplemente es peligrosa, dañina o abiertamente malvada, entonces, la solución no es caer en el deberías, pensando en el otro(a), sino tomar acciones que remedien la situación, una de las cuales puede ser, por sanidad mental, cortar la relación.
Ellis señala que cuando se cree que la pareja debe amarnos incondicionalmente, independientemente de nuestro comportamiento y de las problemáticas que se vayan suscitando, se termina irremediablemente en una expectativa irracional.
Por otro lado, cuando se cree que la pareja debe, obligatoriamente, como señala la Dra. Alejandra Godoy: satisfacer las principales necesidades que se tienen como ser humano: “afectivas, sexuales, de felicidad, de comunicación, de amistad, recreacionales, preservar de la soledad y del aburrimiento, religiosas, ideológicas, intelectuales, etc.”, se caen en una expectativa irracional, toda vez que es imposible que una persona satisfaga cada una de las esperanzas que tenemos.

Conclusión

Seres normales se unen en relaciones de pareja con otros individuos que son finitos, propensos a error, cambiantes, con estados irracionales, con su propia historia de ideas, conflictos y experiencias traumáticas. Hacer demandas irreales, no solo no es justo, tampoco es sano.
Nadie llega a una relación libre de cargas y expectativas, ser realista es un paso básico para traer sanidad a las relaciones, albergar expectativas irracionales, simplemente, enferma a cualquier pareja, a veces, de manera irremediable.
Si la situación es insostenible, por razones realistas, entonces, cortar la relación es lo sano, y continuarla es simplemente enfermizo.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Se prohíbe la reproducción total o parcial del presente 
artículo sin la autorización expresa del autor.
Originalmente publicado en Suite 101

Comentarios

  1. Completamente de acuerdo con la conclusión, solo me quedo con la reflexión de cómo ayudar a las personas a darse cuenta de las situaciones reales de cada cual, la propia y la del otro, para determinar exactamente lo que esperamos del otro y lo que estamos dispuestos a aportar a la relación..ANTES de comprometerse "para toda la vida".. porque después solo quedaría cortar la relación.. y para muchos, eso está prohibido de acuerdo con algunas religiones..

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