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Individualidad y pacto

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“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo” (Friedrich Nietzsche) En 1860, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, afirmó en un discurso en la American Anti-Slavery Society que “hay una clase de matrimonio que aún no se ha intentado, la del contrato entre partes iguales que lleve a una vida de igualdad, con iguales restricciones y privilegios para ambas partes”. Con estas palabras, ya en esa temprana época, esta autora dejaba en evidencia un gran problema en las relaciones matrimoniales, los contratos o matrimonios pactados, habitualmente se hacían en función del varón y no de la mujer. De hecho, muchas autoras sostenían que el matrimonio, tal como estaba concebido, era una institución en la que sólo una parte, el marido, ejercía un poder similar al de esclavista sobre su espos...

La falsa idea del matrimonio sacramental


El valor de una idea no tiene nada que ver con la sinceridad del hombre que la expresa(Oscar Wilde).

La repetición de una idea no la hace verdadera, sin embargo, muchos sienten que mientras más repetido es un concepto eso lo hace correcto, lo que en esencia es falso. No importan cuantas veces se diga que el matrimonio es un sacramento, sigue siendo una idea falsa causante de mucha infelicidad y distorsión de la vida de parejas. Por muy sincera que sea una persona que expresa una idea, tal como dice Oscar Wilde, eso no le da valor a la idea en sí, es simplemente una persona sincera expresando algo que le llama la atención.


La iglesia popular desde la Edad Media poco a poco generó un mito teológico, la idea del estado sacramental del matrimonio. Es decir, el matrimonio como dador de santidad y mérito. En palabras de dos teólogos católicos “con la palabra ‘sacramento’ indica los signos instituidos por Cristo y administrados por la Iglesia que expresan y confieren la gracia divina a la persona que los recibe”.

La relación sexual se transformaba de esa forma en algo sacro, siempre y cuando el motivo de la unión fuera la procreación, idea que perduró durante siglos, y recién después de la década de 1950 comenzó a ser criticada por autores católicos. No es extraño que tenga tanta fuerza hasta el día de hoy.

Al convertir el matrimonio en un sacramento se le dio un carácter sacro y lo convirtió en una unión indisoluble. Se tomaron textos prueba, fuera de contexto, para ratificar esta idea, y se escribieron miles de páginas para explicar lo que no aparece en ninguna parte de la Biblia, sólo en la tradición.

La idea de la indisolubilidad del vínculo matrimonial surgió en el siglo XII de la pluma del monje boloñés Graciano (fines s. XI-c. 1160), conocido como el padre del Derecho Canónico y del canonista francés Pedro Lombardo (1100-1160), el argumento es que siendo un sacramento no se puede disolver por ninguna razón. En el Concilio de Trento (1563) la idea de la indisolubilidad se convirtió en dogma católico, no aceptándose el divorcio ni siquiera en casos de adulterio, maltrato o abandono. Sólo se creó ese engendro de idea llamada la “separación de cuerpos” donde se decretaba la separación de una pareja que podía vivir separada, pero no estaban legalmente divorciados.

Se puede recorrer la Biblia de tapa a tapa y no se va a encontrar ningún versículo que convierta al matrimonio en un sacramento dador de gracia y mérito. Eso no significa que la vida matrimonial sea impropia o no digna, pero no tiene el carácter sagrado o sacro que el catolicismo le ha dado durante siglos.

El vínculo matrimonial es un pacto, sellado por el amor y bendecido con la presencia de Dios, sin embargo, asignarle un carácter sacramental lo convierte en algo que la Biblia no asigna.

Los escritores medievales, comenzando con Agustín de Hipona y continuando con Tomás de Aquino, veían con sospecha la vida sexual y la consideraban un “mal necesario” para reproducir la especie, sin ningún otro valor en sí misma. Por esa razón, se creó una idea que le entregó un matiz sagrado a algo que consideraban impropio, de allí de dotar al matrimonio con características sagradas.

Lo que en un comienzo era un pacto entre los cónyuges y sus respectivas familias, poco a poco se convirtió en un sacramento que sólo tenía validez si lo refrendaba la iglesia y un sacerdote. La decisión individual y soberana de los contrayentes se consideraba secundaria en vista de la autoridad de la iglesia sobre los contrayentes.

Durante siglos los sacerdotes israelitas no tuvieron participación en las bodas ni en la bendición matrimonial. Se entendía que las parejas debían elegir por sí mismas y junto a sus familias hacían pactos que conferían derechos y deberes.

Cuando el catolicismo se entrometió fue con afán de control y de manejar algo que veían con cierta frialdad y desdén. No podían entender ni el amor de parejas ni la cercanía filial. En el medioevo todo pasaba por la iglesia y sus dogmas. No es extraño que el matrimonio fuera controlado de la forma en que lo fue.

Se inventaron varias ideas concomitantes:

Primero, se enseñó sin base bíblica que para poder casarse había que estar bautizado por la iglesia, de otra forma, no se podían recibir los sacramentos. De un día para otro todos los matrimonios de personas no cristianas o que no habían sido sancionados por la iglesia quedaron invalidados. Lo interesante es que no hay ningún versículo bíblico que vincule el bautismo cristiano con el matrimonio, con lo que esta idea fue nada más que un dogma arbitrariamente introducido en el cristianismo.

Segundo, se sostuvo como principio que para que un matrimonio fuera sancionado como tal debía contar con el consentimiento mutuo de la pareja, cuestión que el mismo catolicismo pasó por alto en incontables ocasiones cuando participó en bodas arregladas y en matrimonios forzados, especialmente en el contexto de las monarquías europeas o de guerras y aventuras bélicas como las cruzadas. Así que algo que se suponía era absoluto se convirtió en la práctica en un cuestión relativa.

Tercero, para recibir el sacramento del matrimonio debía estar presente un sacerdote y al menos dos testigos, cuestión que fue sólo un invento para validar la intromisión de la iglesia en el compromiso de las parejas. No hay ningún ejemplo bíblico que permita justificar esta idea, además, los testigos que la Biblia menciona eran la familia y los amigos, tal como enseña Cantar de los Cantares.

Cuarto, se suponía que el sacramento matrimonial se recibía si es que no existía un impedimento para que la boda se considerara sacramentalmente válida, lo que no se decía a voz en cuello es que si una pareja no podía concebir hijos, el matrimonio era inválido y sin sentido en sí mismo, por lo tanto, sin valor sacramental. Eso, porque la única razón de la existencia del matrimonio era la procreación.

La mayoría de los reformadores protestantes, conscientes de la falta de base bíblica hablaron sobre la “falsedad del carácter sacramental del matrimonio” y afirmaron que el divorcio era posible por diversas razones, “en casos de violación y desprecio de los deberes matrimoniales”, por ejemplo. Sostuvieron además “que Jesús no prohibió ni un tipo ni otro de divorcio. Las causas que admiten para divorciarse son: adulterio; la malitiosa desertio (huida a un lugar no asequible a la autoridad judicial); quasidesertio (abandono y separación forzada por destierro o prisión; negativa a cumplir el débito conyugal; insidias; sevicia)”.

Por su parte en las Iglesias Ortodoxas, luego del cisma de oriente, se mantuvo una posición doble. Por un lado se aceptó el matrimonio como sacramento, por lo tanto se sostuvo la indisolubilidad, pero, al mismo tiempo en la práctica se generó una actitud más laxa reconociendo la existencia de matrimonios destruidos y "perdonando" a quienes han sido causantes de su destrucción, permitiendo a su vez segundos y hasta terceros matrimonios.

En el anglicanismo, finalmente, se mantuvo una posición similar a la católica, pero en la práctica aceptando excepciones a la norma establecida. Tal como ocurre en la práctica con el catolicismo, porque si tienes poder, eres rico o parte de alguna monarquía, finalmente, te darán el divorcio. Todo el resto, no puede, lo que es un doble estándar.

La Biblia no habla de "sacramento matrimonial". Suponerlo es un error. Eso no quita que el matrimonio sea algo bueno y de la mente de Dios, una institución valiosa e importante. Pero la misma Biblia es suficientemente práctica en sostener que algunas veces un matrimonio puede no persistir en el tiempo (Deuteronomio 24:1-6), por lo tanto, admite la posibilidad del divorcio y el nuevo matrimonio, porque de otro modo, estaríamos ante un Dios absolutamente injusto, y cómplice de injusticias, cuando las razones por las que se rompen matrimonios son por causales ligadas al maltrato, la violencia, el abandono, el no cumplimiento de responsabilidades, y un gran etc.

Esto nos lleva a la segunda falsa idea introducida en la cultura occidental sobre el matrimonio, nos referimos a la idea francesa del matrimonio como contrato civil (Tema 3).

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 
del libro inédito El matrimonio es un pacto

#MiguelÁngelNúñez #Reflexiones #Matrimonio #Librosinéditos

Comentarios

  1. Dr... es su escrito creo que deja mucha ambigüedad con referente a la veracidad del matrimonio Bíblico y da mas a entender que dos personas se pueden unir sin necesidad de una bendición, por así decirlo, eclesiástica, creo que usted apoya mas la idea de la unión libre que la aceptación de la intervención de la iglesia para solicitar una bendición de parte de Dios para la consumación del matrimonio... apoyo la idea del matrimonio como pacto, pero al celebrar la ceremonia recuerde que firman 3, no dos, la pareja y Dios como testigo de esta unión, ademas al mostrar la historia de la iglesia católica como garante del matrimonio nos deja sin una base solidad a la cual acudir para saber la verdad, ya que la conclusión es vana y deja mucho a la interpretación personal. Recuerde que en el contexto del gran conflicto el hogar es el centro de batalla de satanás, ya que quiere que todas personas vivan infelices en el matrimonio, desvirtuando así el amor de Dios... hasta el momento he visto poco de sus afirmaciones y vídeos, pero le prometo que seguiré escuchando y leyendo sus estudios para saber mas acerca de sus pensamientos y conclusiones....Dios Le Bendiga y le Guíe por el sendero de la verdad.

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  2. Lo mejor de todo es que el conflicto de los siglos, un libro que muchos cristianos leen, muestra claramente como la Iglesia católica incluyó como "palabra de Dios ", cuestiones que nada tenían que ver con El. Tal vez no se mencione al matrimonio porque no haga parte del " conflicto de los siglos".
    No se porque cuesta tanto aceptar que fue uno de esos inventos y el cobro que se hacía por la misa de estos. Es obvio que con todo ello se mantenía mas subyugado al pueblo.

    Se prefiere seguir creyendo a la propias ideas que ya el cerebro se ha hecho por tantos años de repeticiones, que aceptar la historia y la razón, que también puede ir de la mano de lo espíritual.

    Gracias pastor por investigar para aquellos que no estamos en su campo

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