Dos son los factores que tienen más influencia en la vida de un niño: la familia y la escuela. En ocasiones se sobredimensiona una y se disminuye otra, sin embargo, ambos elementos son fundamentales en el desarrollo del individuo.
Familia y depresión infantil
Hasta la edad escolar la familia es el entorno más importante. Quienes acompañan a los niños en esta etapa, padres y/o tutores responsables, no solo deben velar por la salud física, también tienen que estar atentos a otros factores que incidirán notablemente en la vida futura del niño, entre ellos el manejo de sus emociones y la prevención de la depresión.
En esta etapa se marca el desarrollo posterior de la persona, no solo se adquiere el lenguaje y hábitos de vida, también se estructuran los afectos y las motivaciones del individuo.
El rol de la madre
En la etapa donde la familia es el ente único de influencia del niño, la madre, especialmente juega un rol fundamental que ayuda o dificulta la integración social del infante. El apego materno es fundamental para el buen desarrollo emocional del niño.
Es conocido en el ámbito científico que la falta de apego materno, especialmente, produce problemas graves de inestabilidad emocional y de inseguridad que crea las condiciones para la depresión infantil.
Por otro lado, es muy posible que la depresión materna cree las condiciones para que el niño desarrolle la misma condición, no por imitación, sino porque un niño viviendo con un adulto deprimido genera conductas propias de un ambiente de inseguridad y volubilidad emocional.
El rol del padre
En la primera infancia, especialmente antes del destete, el padre tiene un rol más pasivo, por circunstancias obvias, es la madre la que amamanta y probablemente la que está más tiempo con el niño. Sin embargo, a medida que se crece la presencia del padre es cada vez más importante.
La ausencia paterna o la indiferencia producen efectos desastrosos en la estabilidad emocional de un niño. En ocasiones se sobredimensiona la función materna olvidando la importancia que tiene en la vida de un niño la presencia del padre.
Un padre emocionalmente sano, que muestra afecto, que juega, que se involucra con sus hijos, les dará a ellos las herramientas adecuadas para prevenir trastornos emocionales futuros. Al contrario, un padre violento, ausente, inexpresivo, no involucrado, que no juega con sus hijos, estará creando las condiciones para problemas futuros en sus hijos, entre ellos, la depresión.
Relación entre los padres
A medida que el niño crece y adquiere más conciencia de su entorno, entonces se convierte en vital la buena relación de los padres. Cuando hay conflictos maritales, peleas, discusiones, violencia, y tensiones, estas inevitablemente afectarán al niño que generará, entre otros efectos,depresión infantil, en muchos casos, como una respuesta a una situación en la cual el niño no tiene control y que en una gran cantidad de niños produce culpa o el sentimiento de que sus padres pelean o se llevan mal a causa del niño.
Relación con los otros hermanos
También se ha estudiado lo que se conoce como el “síndrome del hermano del medio”, que por lo general es el más desatendido de los hijos. Los padres tienden a preocuparse del mayor y del menor y dejar a un lado al del medio que se convierte, por la misma situación, en una persona más vulnerable a trastornos emocionales.
Por esa razón es importante velar por la buena relación entre los hermanos y procurar no descuidar a ningún hijo. Todo hijo es importante, pero además es un individuo con necesidades, conductas y personalidad propia. Entenderlo es fundamental para prevenir situaciones potencialmente peligrosas como la depresión infantil.
Función emocional del hogar
El hogar cumple una función fundamental en la estabilidad y equilibrio emocional de las personas. Es en el ambiente familiar donde el individuo aprende a autovalorarse y a generar sentimientos de autoestima adecuada.
Los padres y/o los tutores responsables, deben velar para que el niño desarrolle una buena autoestima, estimulando, apoyando, o descubriendo áreas en la que es más apto.
Por otro lado, los padres son guías y modelos para que los niños aprendan a expresar sus emociones, a canalizarlas y a manejarlas. Un niño que no maneja adecuadamente la frustración, por ejemplo, es un candidato a deprimirse. En ese sentido los padres constituyen un modelo fundamental para que el niño aprenda a canalizar adecuadamente sus emociones.
El rol fundamental de la familia
Los niños no se deprimen “porque sí...”, siempre hay una razón. El hogar y la relación con la madre, el padre y los hermanos son fundamentales para crear las condiciones que prevengan la depresión infantil o para que sea superada por un tratamiento adecuado. En este caso, los padres tienen que aprender, y en este sentido, la ignorancia no tiene excusa.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Se prohíbe la reproducción total o parcial del presente
artículo sin la autorización expresa del autor.
Originalmente publicado en Suite 101
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.