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Individualidad y pacto

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“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo” (Friedrich Nietzsche) En 1860, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, afirmó en un discurso en la American Anti-Slavery Society que “hay una clase de matrimonio que aún no se ha intentado, la del contrato entre partes iguales que lleve a una vida de igualdad, con iguales restricciones y privilegios para ambas partes”. Con estas palabras, ya en esa temprana época, esta autora dejaba en evidencia un gran problema en las relaciones matrimoniales, los contratos o matrimonios pactados, habitualmente se hacían en función del varón y no de la mujer. De hecho, muchas autoras sostenían que el matrimonio, tal como estaba concebido, era una institución en la que sólo una parte, el marido, ejercía un poder similar al de esclavista sobre su espos

El matrimonio es un pacto


Un matrimonio feliz, es una larga conversación que siempre parece demasiado corta” (André Maurois)

Cuando afirmamos que el matrimonio es un pacto, unimos en una sola frase dos expresiones que necesitan ser analizadas con cuidado para evitar malos entendidos, por una parte el concepto de origen latino “matrimonio” y por otro lado “pacto”.

Matrimonio

La expresión “matrimonio” proviene del latin “matrimonium”, una palabra compuesta por “matris” (madre) y “munium” (gravamen o cuidado). Eso implicaría que tal como lo entendían los romanos, el matrimonio era asunto de mujer, tal como los bienes eran asunto de varones (de allí la expresión patrimonio, de pater, asunto de padres). Hay en el origen del vocablo un cierto matiz descalificativo hacia la mujer, que debería ser la única interesada en el matrimonio, en cierto modo, porque necesita legitimidad para tener hijos. 

Desde esta perspectiva, a menudo el matrimonio estuvo cargado con una doble significación. Por una parte, la madre dedicándose a los hijos y la casa, con una sexualidad exclusiva y restringida al marido, y el varón, proveedor, encargado del patrimonio, pero sexualmente no limitado sólo a la esposa.

En sociedades patriarcales se condenaba a la mujer adúltera, pero nunca al varón que tenía más de una mujer, porque se consideraba que ese era su derecho (tal como se observa en la Biblia, en Juan 8).

Las leyes civiles y religiosas que se fueron promulgando en los siglos siguientes, de una forma u otra, sólo dieron diferentes matices a esta idea de fondo, que el matrimonio es asunto de mujeres, no de varones, estableciendo una falta de equidad en la relación de parejas.

Sólo en la segunda mitad del siglo XX el concepto comenzó a cambiar al asumir la mujer que ella tenía tantos derechos como el varón y que podía reclamar equidad y un trato igualitario. Así que el concepto concomitante que viene a traer luz a la relación de pareja sólo comienza a ser utilizado en años recientes, especialmente, con los estudios de género y la comprensión de los derechos civiles de las mujeres.

Pacto

Por su parte, el concepto “pacto” sugiere una relación de equidad, donde dos partes, en términos de igualdad y paridad, acuerdan una relación consensuada basada en la comprensión de que son dos personas sujetos de derecho y que ameritan recibir un trato equitativo en todo lo que emprendan, eso implica que ambos asumen un compromiso paritario en relación al vínculo que establecen, de esa forma, el concepto sesgado “matrimonio” (referido sólo a la mujer), con la introducción de la idea “pacto” adquiere un sentido totalmente nuevo. No se trata de una relación que valida sólo a una parte sino de un vínculo basado en la equidad y el compromiso mutuo de cumplir su parte del pacto. Sólo en los últimos años del siglo XX y comienzos del XXI esta idea ha adquirido fuerza hasta convertirse en una norma legal en muchos países que exigen tanto para el varón y como para la mujer deberes y derechos en términos de igualdad y equidad.

Eso implica quitarle al concepto “matrimonio” algunos de los sesgos culturales que se introdujeron a través de cientos de años donde la mujer fue vista exclusivamente como subsidiaria en una relación no equitativa.

Si el matrimonio es un pacto, tanto el varón como la mujer están obligados —por elección propia— a cumplir su parte del pacto. En tanto y cuando ambos cumplan su parte, entonces, el pacto se mantiene y se consolida. Cuando uno o los dos pierden de vista sus obligaciones contraídas, entonces, el pacto se rompe. Así de simple, y de dramático a la vez. 

Lamentablemente la historia mítica del matrimonio, especialmente la que introdujo el cristianismo medieval, estableció un pacto exclusivamente en términos sexuales, cuestión que no tiene sentido, toda vez que el ser humano es un ser integral, donde la sexualidad no es el todo de su existencia. Esta idea tiene sentido toda vez que las mujeres eran consideradas “propiedad” del marido, y éstos debían asegurarse la fidelidad para que su “patrimonio” no se viera afectado por la presencia de “hijos” que pudieran reclamar parte de la herencia no siendo parte. Lo que no se cuenta en esta historia es que los que a menudo fallaron fueron los varones que no sólo tuvieron hijos “naturales” sino hijos fuera del matrimonio, los llamados “bastardos”, que no sólo complicaron la relación, sino que fueron la causa de venganzas, guerras, peleas y discordias. Se les exigía a las mujeres lo que la mayoría de los varones no cumplía. Es decir, no había pactos, sino sólo obligaciones unilaterales, y lamentablemente, refrendada por un cristianismo sesgado y pervertido por ideas que nada tenían que ver con la esencia del mensaje cristiano. 

Algo similar a lo que ocurre en la actualidad, donde muchos varones exigen que sus esposas sigan en relaciones matrimoniales donde ha habido violencia, infidelidad económica, abandono o simplemente, falta de amor, lo que hace del “matrimonio”, en estos términos una cárcel o una relación de esclavitud, y no un pacto.

La razón que muchos esgrimen para sostener que la mujer "debe" quedarse en vínculos donde no hay amor, donde existe infidelidad, y se menoscaba la relación, es que están "casados" y, en algunos casos, sosteniendo que esto está validado por la "iglesia" y "Dios", lo que convierte el problema en uno más grave. Por supuestas razones bíblicas, se mantiene a muchas personas en cárceles matrimoniales, que terminan afectando la salud física y mental de muchas personas que no ven en esa relación una salida.

El matrimonio es un pacto, eso implica que en cualquier momento puede romperse, porque una de las partes o ambas, no está cumpliendo con su parte del pacto, y no tiene que ver con lo sexual, porque eso es pueril y sesgado, sino con el todo de la persona. Nadie contrae matrimonio para ser maltratado, abandonado o violentado.

Del mismo modo, tal como se establece en la actual ley rabínica, basada en una interpretación judía del texto bíblico de Deuteronomio 24:1-6, basta que una persona decida no amar a su pareja para entender que dicha relación está rota irremediablemente.

Eso nos lleva a un segundo tema básico, la falsa idea del matrimonio sacramental (tema 2).



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 
del libro inédito 
El matrimonio es un pacto

#MiguelÁngelNúñez #Reflexiones #Matrimonio #Librosinéditos

Comentarios

  1. Pastor una pregunta, cuando dice infidelidad económica a que se refiere allí, a que se lo gastan no en la familia o a que no cumplen. Gracias

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    1. Es cuando alguien no cumple su responsabilidad de sustento con su familia, y al contrario, gasta sus recursos en lo que no corresponde. También, cuando alguien gasta los recursos familiares, sin informarle a su cónyuge, por ejemplo, vaciar la cuenta bancaria o asumir un riesgo económico sin tomar los resguardos y los acuerdos con su familia. Se llama "infidelidad económica", porque tiene el mismo carácter de la infidelidad.

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