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Individualidad y pacto

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“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo” (Friedrich Nietzsche) En 1860, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, afirmó en un discurso en la American Anti-Slavery Society que “hay una clase de matrimonio que aún no se ha intentado, la del contrato entre partes iguales que lleve a una vida de igualdad, con iguales restricciones y privilegios para ambas partes”. Con estas palabras, ya en esa temprana época, esta autora dejaba en evidencia un gran problema en las relaciones matrimoniales, los contratos o matrimonios pactados, habitualmente se hacían en función del varón y no de la mujer. De hecho, muchas autoras sostenían que el matrimonio, tal como estaba concebido, era una institución en la que sólo una parte, el marido, ejercía un poder similar al de esclavista sobre su espos

Educación paterna y castigo físico, la violencia que se tolera


Hay dos expresiones que se utilizan en el lenguaje coloquial como si fueran sinónimos, pero esconden profundas diferencias: castigo y disciplina.
La palabra "disciplina" viene de la expresión latina "discipulus" la que a su vez se deriva de la expresión "discere" (aprender). Denota la idea de una persona que aprende y se deja enseñar. Por esa razón disciplina equivale al "orden necesario para aprender".
Por otro lado, la expresión "castigo" procede del latín "castigare" y es un vocablo que se forma por dos dicciones: "castus" (casto, pero en el sentido de "ajustado con las reglas y los ritos") y "agere" (hacer puro o instruir en las leyes y ritos). En su origen tiene el sentido de imponer una corrección o reprimir, de allí que se derive la idea "castigador", como aquel que "impone el castigo". En otras palabras tiene un carácter punitivo y por ende es negativo en su sentido y acepción.
Utilizar las expresiones "disciplina" y "castigo" en una sola frase es un contrasentido, puesto que el que castiga no disciplina y quien disciplina no castiga.

El golpe como corrección

Muchos padres, influenciados por una cultura de castigo y autoritarismo, suponen que la mejor forma de corregir a un niño o un púber, es mediante golpes, que algunos suponen, son "medidos y controlados".
Sin embargo, no preveen que a largo plazo provocan más problemas que soluciones con dicha forma de actuar.
Es verdad que muchos niños reaccionan y "obedecen" las instrucciones que se les dan luego de haber recibido un golpe, sin embargo, a largo plazo son más los efectos negativos que los aparentes resultados positivos.

Efectos del castigo físico

Un niño golpeado sufrirá de diversos problemas que a largo plazo tendrán efectos dañinos en su desarrollo.
El golpe deja huellas emocionales que perduran el resto de la vida, aún el más pequeño acto de violencia ejercida contra un niño fomenta conductas y recuerdos que tendrán un efecto nocivo en la vida adulta.
La asociación Parents and Teachers Against Violence in Education ha reunido suficiente información para demostrar los efectos dañinos de la educación infantil basada en golpes y violencia.
Jordan Riak señala que un "niño golpeado es menos capaz de considerar al padre de familia como una fuente de amor, protección y consuelo esenciales para el desarrollo saludable de todos los niños. En los ojos de los niños, los padres ahora parecen ser la fuente de peligro y de dolor". A la larga eso crea resentimiento y rebeldía, paradojalmente, las conductas que los padres quisieran evitar.
Un infante necesita seguridad emocional la cual se rompe violentamente cuando es maltratado precisamente por el padre o la madre, quienes deberían proveerle el marco emocional sano que todo individuo necesita para desarrollarse de manera normal.

El miedo crónico

Muchos niños padecen de miedo crónico a sus padres, sentimiento que perdura aún de adultos. Dicho sentimiento es alimentado por la conducta paternal que no sólo ha golpeado a los hijos, sino que además los han amenazado constantemente con hacerles cosas terribles a menos que obedezcan.
Riak cita, a manera de ejemplo, dos de esas frases amenazadoras:
  • “Si no te callas mientras estoy al teléfono, te voy a cerrar la boca cosiéndotela con una aguja bien grande”.
  • “Mejor que te cuides o alguien te va a cortar los dedos. Eso es lo que les pasa a los niños que andan tocando las cosas de los demás”.
Algunos adultos tienden a minimizar estos comentarios e incluso reírse de ellos, lo que no alcanzan a dimensionar es que los niños lo creen, mientras más pequeños, más crédulos y van sintiendo que sus padres sí son capaces de realizar estas acciones que son simplemente bárbaras.
Los niños golpeados o amenazados generan miedo crónico, un temor constante a la autoridad y a quienes detentan algún tipo de poder. Eso provoca adultos que se reprimen o en el peor de los casos, que imitan el único ambiente en el que se han desarrollado.

Mentira, represión y falta de confianza

En un contexto de golpes y amenazas lo que los niños aprenden es a disimular, mentir y esconder sus verdaderas emociones. No confiesan lo que ocurre en sus vidas por el temor que les generan los golpes que eventualmente puedan recibir o que las amenazas se hagan realidad.
Cuando crecen y se dan cuenta que algunas de las amenazas que recibieron no eran verdaderas, comienzan a desconfiar de los adultos. Si han sido golpeados, todo adulto se convierte en un golpeador potencial por lo tanto ponen barreras para interactuar.

Conclusión

Es necesario crear una cultura de la paz, que enseñe a padres y educadores a enseñar y guiar sin caer en los excesos de la violencia física o verbal, o en las amenazas intimidantes. Es más fácil golpear, no se necesita mucha capacidad cognitiva para hacerlo. No obstante, el camino de la disciplina es mucho mejor y produce resultados más positivos en las vidas de las personas.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Se prohíbe la reproducción total o parcial del presente 
artículo sin la autorización expresa del autor.
Originalmente publicado en Suite 101

Comentarios

  1. Cuando el daño ya se produjo hace 40 años y el golpeador no ha pedido perdon, ni se arrepiente despues de haber estropeado psicologicamente a su hijastra. Y por ende asiste a nuestra Iglesia y habla del Amor de Dios. Que se debe hacer Pastor Nuñez???

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  2. Para muchos, especialmente aquellos que fueron criados con la vara que la Biblia aconseja usar en el libro de Proverbios y que ha servido de pretexto para "enderezar"a los hijos, es ya un poco tarde, los efectos desastrosos que produjo este sistema en sus vidas, se han replicado en sus hijos y campean el resentimiento y la inseguridad en ellos. Aún cuando hay el deseo y el esfuerzo por reparar ese daño, no se ve que sea posible y solo queda la esperanza que el Señor pueda poner bálsamo y curación para recuerdos dolorosos de golpes, descalificaciones y violencia..y muchas veces, el ciclo aún se repite..

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  3. El castigo físico, es a todas luces, inmoral. ES UNA AGRESION FISICA. Creo que cuando se aplica a un menor, sobre todo si depende de nosostros, se está causando un daño, la mayoría de las veces irreparable, pues como dice el comentarista anónimo, arriba mencionado, si no ha existido un arrepentimiento y y unas palabras de perdón, el daño sicológico continúa ahí y cada ves se ahonda más. Este es un principio de reparación que debería ir acompañado de tratamiento dirigido por profesionales en la materia.
    Si sientes que por tu medio, la cadena va a continuar, toma acción: expresa tu arrepentimiento y ofrece disculpas pidiendo perdón a ese dependiente tuyo, para que allí se rompa ese eslabón..
    Sí, aquellos que pregonan que el chancletazo o el pretinazo, surtieron su efecto al corregir alguna acción desafortunada, tienen la razón; se paró la acción desafortunada....pero en el individuo permaneció un daño sicológico grande, que es lo que verdaeramente debe ser corregido.

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